Lo que sigue estaba casi, casi escrito el mismo día que sucedió lo narrado, hace unas semanas. Pero como siempre, me perfectionist me, pulía y pulía hasta que creo que el cuento dejó de ser lo natural que debió ser. Pero bueno, ahí va. Espero no haber perdido la idea que quería explorar...
Mientras escribo esto, se me evaporan del cuerpo los sudores provocados por un sabroso polvo que eché hace un rato, con un chamo que levanté cerca de casa, cuando salí a comer. Subimos luego de un silencioso cortejo visual por las escaleras mecánicas y pasillos del centro comercial, donde yo esperaba a miMa para tomarnos un café o algo antes de que él se fuera a trabajar...
¿Estoy engañando a miMa? ¿Estoy tirando a mansalva con un cualquiera a sus espaldas? De hecho, sí y no para ambas preguntas...
En efecto nos encontramos para el café mencionado; él que aparece por la escalera y yo que salgo del baño, en el mismo piso pero separados por el balcón de las escaleras mecánicas. Sólo que en la baranda cercana a mí el tal chamo ya me esperaba, disimulado viendo los mensajes de su celular. Había caído. Así que mientras me paro a su lado estoy viendo a la cara a miMa, que captó de inmediato la situación y sacándose el teléfono del bolsillo se dio media vuelta para irse.
"SUBIENDO A CASA", me llega el mensaje en segundos. Ahora soy yo el que parece disimular leyendo la pantalla del celular, pero estoy azorado decidiendo qué hacer para salvar la situación. No sé cuál. Lo llamo:
- ¡Ven, sube a la Feria, te estoy esperando!
- No, se hace tarde, voy a cambiarme para irme al trabajo. Y ya tú tienes planes, parece...
- ¡Tengo una hora esperándote! Nos da tiempo...
- No, chau...
- ...bueh, espérame. Voy subiendo.
Mierda. Miro de reojo. El chamo da un rodeo viendo vitrinas, pero creo que aún espera mi jugada... Me le acerqué, nos saludamos, y en un típico intercambio de números telefónicos y rápidas frases cuadramos para más tarde. Subí volando a casa, donde ya miMa estaba preparándose para irse, y esperaba el cuento, mi versión, los resultados...
Up to here, como se ve, el elemento "engaño" no cabe: yo esperaba a miMa de buena fe, pero pistón es pistón, y el chico no estaba mal. Cuando llegó al centro comercial y vio la situación, yo no tenía ningún ánimo de esconder nada. De hecho, si se hubiese sumado al juego lo habría hecho más divertido, lástima que tenía que trabajar.
Así que le cuento todo, tal como sucedió: el corto flirteo, la coincidencia que él vio (y protagonizó), incluso el cuadre para luego. "Luego" siendo ese mismo día, en un rato, cuando él estuviera en la oficina...
¿Estoy engañando, a los ojos de alguien? A los del chamo, tal vez sí, pues aunque le dije con toda tranquilidad, mientras nos duchábamos luego de tirar, que vivía con mi pareja ("¿Quéeee? Cómo puede ser, y por qué lo haces, estás seguro de que no viene, si yo fuera tú", etc.), me parece que le dejé intencionalmente creer que miMa no se enteraría, un poco para tranquilizarlo, un poco a mi conveniencia, pues un excesivo deseo de repetir de su parte podía atajarlo con un "Está mi pareja" o algo así.
¿Tirando a las espaldas de miMa? Bueno, no: él no estaba presente, pero lo supo incluso antes de que sucediera. La decisión, sí, la tomé sin él: quizá en ese instante "engañaba". Pero... ¿Hubiese sido mejor si lo hacía todo a escondidas? Podía hacerlo, pero lo conté todo. Antes y después. ¿Sería mejor pareja si, teniendo el deseo, desisto del acto pero le escondo que tuve las ganas, que quise tener sexo con alguien distinto?
Engañar es otra cosa. No es revolcarse un rato con alguien a quien tal vez no vuelvas a ver. Es mentir, o dejar de decir las cosas. Esconderlas. También es engañarse uno mismo, decir que no a lo que puede pasar, a lo que puedes desear -y deseas porque estás vivo.